Todo lo que empieza, debe acabar, si no, para que serviría el tiempo. Al tiempo nunca lo ha contrariado nadie. Quien ha visto que un río remonte hasta su origen; o que un polluelo vuelva a su huevo; el fuego devorador acaba por perder el apetito y extinguirse; la montaña erguida acaba por arrodillarse y extenderse como una llanura; y la vida... la vida se toma al revés la ley del tiempo. Se construye, crece y embellece en un mundo donde todo se precipita a un gran desorden. Huye de la calma y la tranquilidad de lo inanimado y avanza decididamente como un equilibrista en la cuerda floja, rechazando el ajuste de cuentas. Pero no podemos huir eternamente del paso del tiempo. Está prohibido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario