1 de diciembre de 2008

El mundo no desaparece cuando cierras los ojos

En la medida en que soy un producto del azar material, un cuerpo del azar, obligado a tener un cierto, o quizás un incierto, número de pensamientos al azar... Busco el otro lado, la noche.
A penas siento los detalles, las pequeñas cosas que jamás se expresan con palabras, y siento ciertos momentos externos, aunque no lo desee. Lo uno todo y consigo sentir.

Tengo que creer que cuando mis ojos no estan cerrados, el mundo sigue ahí. Quiero encontrarme como noche y como otro lado. Fuerza la garganta y los labios.
He construido un centenar de escenas en las que ries, y olvidas (con la rima de un nombre en "i"). Ya no sé como filmar este alfabeto limitado. No se como concentrarme, no escucho lo que me dicen. No se trata de que me equivoque de interpretación, no tomo una conversación histérica, ni la inversa. Es más sencillo y más radical: he dejado de escuchar. Tan simple y onduladamente.
Porque el fin del mundo es una mala digestión. No hay estímulos inmediatos ni princesas que salvar, al menos a este lado.

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