Tan grande es mi dolor,
tanto lo siento,
que por doler me duele
hasta el aliento.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
(...)
A las aladas sombras de las flores
del almendro de nata te requiero,
que me tienes que contar muchas más cosas,
compañero del alma,
compañero.
Miguel Hernández (Elegía)