19 de noviembre de 2008

No quiero que me veas con corbata

El caso es que mientras nuestras vidas han derivado, con (mala) suerte, en una apacible monotonía, la suya transcurre entre el tiempo necesario para planear una aventura, y el que cuesta llevarla a cabo. No quiero que me veas con corbata, ni que me veas demasiado tiempo. Siempre acabaré de llegar, siempre estaré a punto de irme.

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