... Cerramos los ojos para ser capaces de mirar sin ver, de dormir, y de soñar. Si no los cerráramos no veríamos nada más que vacío, negro, blanco y formas rotas. ("Se ha ido la luz, pero aún así (te) veo mucho mejor")
... La sensación es extraña, me niego a decir agridulce, porque lo que conforta y desgarra no sabe en absoluto al manjar más exquisito. Sabe a rayos, a beso que no vuelve o no se dio, al lengüetazo que lame el palo por querer apurar el bombón helado. Conforta el saber que un día pudiera ocurrir, desgarra que simplemente pudo ocurrir... Recordar lo vivido, en vez de vivir lo que hoy sucede. Porque hoy sucede y seguimos ocultando pinceladas sin sentido aparente, pero con significado. Según pasa el tiempo, según parece, todo se evapora, y sólo queda el lengüetazo en el palo. Muy agrio, nada dulce. Es un tiempo menos que maldito. Pequeño rock & roll.
... No perdamos de vista la esencia que una simple frase pueda provocar. Todo está repleto. Demos prioridad a la creatividad del delirio. No pensemos.
... Porque la izquierda y la derecha no están hechas para nadie, porque jamás importará con qué daremos el primer paso. Preguntémonos "cómo". El "con qué" no existe. Que tu mano izquierda no sepa jamás lo que hace la derecha.
... Escribamos sin sentido, sin salida,( como ahora), pongámonos al servicio de la espontaneidad. Letras sensuales, palabras sub-realistas que no digan nada, frases que sean verdaderas chorradas... Sólo así quizá se comprenda todo esto. Porque siempre habrá cosas que se cuenten y parezcan ciertas, cosas que se vayan, pero se queden. Fuera los estribillos de crónicas mundanas. Como un día magenta.
Cerremos los ojos. Veamos colores. No su ausencia ni su suma.
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